El enemigo número uno de los proyectos ilusionantes,
es el hábito de aplazar, un trastorno anímico denominado
también ” abulia”. Quien lo padece, se ve incapaz de administrar el tiempo,
de forma realista, motivo por el cual, nunca encuentra el momento para hacer aquello que se ha propuesto.
La persona abúlica, no ha perdido el oficio de soñar, pero
suele abrumarse ante el inicio de un proyecto. Para aplacar
la angustia que le produce, lo que tiene por delante, retrasa
una y otra vez su inicio. En su libro “No lo dejes para mañana”
la doctora Roberts, atribuye esta actitud al miedo al fracaso.
El soñador, teme estrellarse y,por lo tanto, aplaza la acción.
de forma un tanto indefinida, por no confiar en sus posibilidades
para llevar el proyecto a buen término. Lo peor, es no limitarse
a apagar ese fuego, sino que también tratan de extinguir el de
los otros. Bajo el disfraz del realismo, tratan de desanimar a
los demás en sus proyectos, para no quedar en evidencia al
compararse. El mismo presidente Obama, hacía referencia a
esta actitud en uno de sus discursos.” Los cínicos han dicho toda la vida,
que no podemos hacer lo que deseamos. Nos piden
que nos ajustemos a la realidad, evitando abrazarse a falsas
esperanzas. Pero no hay nada falso en ello. Cuando nos
enfrentamos a retos importantes, cuando nos dicen que no
estamos preparados para hacer esto o aquello, y que no merece
la pena intentarlo por que no lo lograremos, entonces, es
cuando hay que responder: sí puedo.
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