La
participación de las mujeres en la economía es cada vez mayor. Sus logros en la
educación y formación son indiscutibles, sin embargo, hombres y mujeres todavía
no cuentan con las mismas oportunidades a la hora de poner en marcha, dirigir y
desarrollar sus proyectos empresariales.
Las mujeres
como empleadoras, apenas superan el 30% del total, concentrándose en muy
pocas ramas de actividad; como las de carácter administrativo, inmobiliario,
educativo, sanitario y servicios de cuidados, todas ellas en tramos
inferiores de cotización respecto a otros tipos de actividad realizadas en su
mayor parte por hombres. Las mujeres solo representan el 34,5 % del total de
personas autónomas, con una mayor presencia de mujeres en los
grupos de edad más jóvenes.
La dimensión
económica de las empresas dirigidas por mujeres tiende a ser menor que de las
dirigidas por hombres y tienen mayores dificultades para acceder al crédito.
Sin embargo, sus negocios son más resistentes a las dificultades. En nuestro
país desde el inicio de la crisis, nueve de cada diez personas autónomas que
han dejado de serlo han sido hombres.
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