La fístula obstétrica es un problema casi inexistente en los países de altos y medianos ingresos, pero común en muchos lugares de África y Asia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que casi tres millones de mujeres la padecen cada año en el mundo.
"El trabajo de parto obstruido es especialmente común entre las que paren por primera vez sin haber alcanzado la madurez”: Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)-
No hay datos oficiales, pero los especialistas estiman que entre 4.000 y 5.000 mujeres sufren este problema en Pakistán.
La fístula aparece tras un trabajo de parto prolongado, cuando la cabeza del bebé presiona sobre el canal de parto y desgarra las paredes del recto y la vejiga, lo que genera incontinencia urinaria y fecal.
Los médicos explican que las jóvenes, cuyos cuerpos no alcanzaron la madurez suficiente para soportar el trabajo de parto, son más vulnerables, así como las que no están bien alimentadas o viven lejos de un centro de salud equipado para atenderlas.
Este problema de salud hace que las mujeres pierdan el control de esfínteres, lo que acarrea un enorme estigma por el permanente olor a materia fecal que emana de su cuerpo, que las margina de sus comunidades y familias y las obliga a sufrir en silencio.
Esto resulta especialmente traumático para las madres jóvenes que terminan pasando la mejor parte de sus vidas con poco o ningún contacto con el mundo exterior
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